domingo, 30 de mayo de 2010

Lealtades varias

Alzaros una y otra vez, hasta que los corderos se conviertan en leones (Robin Hood)


Cuando me alejo de la dirección que encabeza estas palabras, últimamente me pierdo un poco. Es como que las cosas no están donde las dejé; de hecho, hay cosas que ya ni están allí. Como si ya no fuese mi sitio. Todo cambia pero todo sigue igual. Y, a veces, es jodido aceptarlo, que esto sigue, que nada ni nadie se ha parado, que las calles donde antes había alguien esperando ahora están vacías...

Pero luego hay días en los que se crea una burbuja y todo alrededor da igual. En un primer momento a lo mejor no te das cuentas. Te lo tomas como una "noche de colegas" más. Pero hay algo que ha cambiado, no sólo por el anuncio, por saber que en unos meses sí habrá algo que ya no se moverá; sino por la complicidad, por constatar que podemos seguir poniéndonos igual de moñas y comprobar que lo que separa la distancia lo acerca un abrazo.

Entonces recuperas el concepto de la lealtad y vuelves a valorarla y a apreciarla cuando desaparece, cuando no la encuentras donde pensabas que estaría. El gran Máximo sabía que allí donde estuviesen sus tropas le serían fieles. Pero no siempre es así, ahora crecen los disidentes de la lealtad, incluso antes de darte la puñalada, ya intuyes que no va a terminar bien.

Pero sabes, tronco, da igual. Quizá no hace falta un ejército. Quizá sea suficiente con un par de escuderos, aunque estén en otra ciudad, incluso en otro país, o cruzando el pasillo. Lo curioso es que cuando una semana empieza con el viento soplando a favor, luego pasan cosas curiosas, como conocer a una vecina y que no te importe ver una peli mala porque lo bonito del cine sigue siendo compartirlo e incluso... bueno, incluso te animas y compras un par de baberos, para una cena sin vino ni queso, pero rica, rica.

1 comentario:

  1. Pensándolo mejor... que las cosas no se queden en su sitio, a veces, es casi mejor. Llevas viviendo a 100 km de esta ciudad más de un año, lo que tenía que cambiar iba a cambiar, estuvieras tú aquí o no. Ahora que has recolocado los lugars, las personas y las ideas es cuando desaparece el sabor agridulce de lo que escribes. Y así... me gusta más leerte.

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