lunes, 28 de junio de 2010

El lenguaje del pie izquierdo

"La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para que sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar". (Eduardo Galeano)

O los lenguajes del pie izquierdo que, para el caso de hoy, creo que es lo mismo. Cuando te levantas con el pie izquierdo más o menos todo el mundo entiende o intuye que no tienes un buen día; pero qué pasa cuando te acuestas con el pie izquierdo, cuando es el final del día lo que se tuerce. Al final he tenido que recurrir a este tímido uruguayo al que, tristemente, tan poca gente conoce, para encontrar un poco de paz en sus palabras, para recordar que hay que seguir caminando, que no merece la pena pararse, por nadie, que la utopía sigue esperando y que nunca llegaremos pero quizá algún día sintamos que, otra vez, la rozamos.

Después de un desayuno de reflexiones y de, como decía otra vez Galeano, ver cómo las certezas desayunan dudas, empecé el día realmente bien, nada de pies izquierdos. Todo rodado, realmente, cada detalle repleto de cariño, de delicadeza, de sutileza pero... qué pasa cuando no se habla el mismo lenguaje, cuando los códigos están trastocados, cuando uno es incapaz de lograr la predisposición que quiere, cuando no sale lo que debería, cuando sientes, como los mejicanos horas antes, que alguien te está robando el partido...

Probablemente la culpa es mia, quizá si hubiera vivido en la ignomia los últimos años todo habría sido más fácil, sin expectativas, sin pretensiones, triste y conformista, pero contento y feliz por ausencia de iniciativas, de emociones, pero también de chascos, de disgustos, de vuelta y vuelta a lo mismo, a nada.

Quién coño entiende todo esto? Yo no, desde luego. Quizá por eso hoy no me siento nada didáctico, puede que por eso no haga el esfuerzo de hacerme entender. Para qué? Me siento derrotado, otra vez tirado en el subconsciente en esa playa de San Sebastián, paseando en bici cerca del lago, riendo en Florencia o ganando en Ponce... cualquier tiempo pasado fue mejor; es mentira, lo sé, lo he comprobado pero, a veces, hostia, a veces cuesta.

En fin, querido Galeano, mañana dos pasos más allá, mañana otra vez a vencer a la pereza, a los elementos, a lo que surja... la culpa es mia, no tengo ninguna duda. Creo que el lenguaje del pie izquiero se me da tan mal como el inglés. Ojalá encuentre traductora.

domingo, 20 de junio de 2010

Ella y él

"Si en el crepúsculo el sol era memoria ya no me acuerdo". (Mario Benedetti)


A veces, si uno le presta atención y se queda observando los cruces de los grandes acontecimientos con la realidad cotidiana, se encuentra con casualidades curiosas y, en este caso, hasta bonitas. En el camino en busca de mi particular recopilación de citas de libros de Saramago me topé con unos Haikus de Benedetti, que murió hace poco más de un año, aunque me pilló en un momento en el otro extremo de las emociones al que estoy ahora.

El caso es que me dije, estos haikus hay que ponerlos en el blog. Y quedó ahí; como una especie de nota mental. Entonces me hizo especial gracia uno con el que cerraré estas palabras (aguanta un poco y sigue, eh, no te me vayas al final que es como cambiar de canal en los anuncios y luego ya no volver) y, después, un piso que pensé vacío resulta que estaba especialmente lleno.

Y recordé la idea de ella y él, la de ellos ahora, pero la de otros tantos antes y después. Y recordé las mias, las veces en que escribí a ella y a él con el corazón en un puño, aquellos cuentos que en el fondo eran cartas mal escondidas. A la sombra del David de Miguel Ángel, en las playas de Gijón y, sobre todo, tras la estela de aquellas bicis convertidas en barquitas que surcaban un océano que terminó por hacerse de distancias insalvables...

Pero hoy, después de meses de un aletargamiento que no termina de levantarse de la siesta, siento que tengo otro de esos cuentos ante mi; con unos protagonistas que no conocía cuando escribí los otros, pero con el mismo trasfondo en la historia. Lo bueno de esas historias es... lo contó mejor Arundhati Roy en “El dios de las pequeñas cosas”: "...había descubierto que el secreto de las Grandes Historias es que no tienen secretos. Las Grandes Historias son aquellas que ya se han oído y se quieren oír otra vez. Aquellas a las que se puede entrar por cualquier puerta y habitar en ellas cómodamente. No engañan con emociones o finales falsos. No sorprenden con imprevistos. Son tan conocidas como la casa en la que se vive".

Pues eso. Una de esas tengo ahora desarrollándose a pocos metros de estos píxeles mal arrejuntados. Y es un lujo, porque a los descreídos por la experiencia como a mi, nos viene bien, de vez en cuando, recordar que una vez existieron los reyes magos y que en el cuento de la lechera no siempre se rompía el jarrón.

A veces hago como que me pego a ellos para ver si se me contagia algo de esa pasión, aunque emocionalmente sea más pequeño, aunque no llegue al abrazo y me quede como Maradona celebrando el gol un metro más abajo que el resto del abrazo de sus ayudantes.

Aquí va lo prometido, ese Haiku de Benedetti convertido en deseo-petición-esperanza:

Cada mujer puede ser dos mujeres, déjenme una.

viernes, 18 de junio de 2010

Huérfanos de portugués

Llevo horas rebuscando para intentar encontrar las palabras que don José Saramago se merecía, para rememorar aquella foto con él que me hicieron en otra vida que tuve, para recordar hasta qué punto se me encogió el pecho leyendo el Ensayo sobre la ceguera, lo que me fascinaba su figura y sus reflexiones... pero no las he encontrado, porque es imposible estar a la altura. Por eso le he cogido prestadas algunas de la miles que dejó...


Aquella noche el ciego soñó que estaba ciego.

… dijo rápidamente, Bien, gracias, sin duda la telefonista le había preguntado, Cómo está, doctor, es lo que decimos cuando no queremos mostrar nuestra debilidad, decimos, Bien, aunque nos estemos muriendo, a esto le llama el vulgo hacer de tripas corazón, fenómeno de conversión visceral que sólo en la especie humana ha sido observado.

Para siempre es siempre demasiado tiempo.

Eran las cuatro de la tarde, aunque, realmente, a un reloj le es igual, va de la una a las doce, lo demás son ideas de los humanos.

… sabe que los adjetivos no sirven para nada, si una persona mata a otra, por ejemplo, sería mejor enunciarlo así y confiar que el horror del acto, por sí solo, fuese tan impactante que nos liberase de decir que fue horrible, Quiere decir que tenemos sentimientos de menos, O los tenemos, pero dejamos de usar las palabras que los expresan, Y, en consecuencia los perdemos.

El pánico es mucho mas rápido que las piernas que tienen que llevarlo.


No entiendo a los ciudadanos de este país la saludable costumbre de exigir el cumplimiento regular de los derechos que la Constitución les otorgaba, era lógico, incluso era natural que no hubiesen llegado a darse cuenta de que se los habían suspendido.

Cuando oyó pronunciar su nombre, sintió en el corazón algo que tal vez fuese la sombra de una felicidad antigua, nada más que la sombra, pero, aún así, pensó que sólo por eso había merecido la pena venir aquí.

Cuando el nefasto suceso haya entrado en el rol de los pretéritos olvidados...



El bien y el mal no existen en si mismos, y cada uno de ellos es sólo la ausencia del otro.

Salieron pues los emisarios, con José al frente indicando el camino, y eran ellos Abiatar, Dotaín y Zaquías, nombres que aquí se dejan registrados para eliminar cualquier sospecha de fraude histórico que pueda, tal vez, perdurar en el espíritu de aquellas gentes que de estos hechos y de sus versiones hayan tenido conocimiento a través de otras fuentes, quizá más acreditadas por la tradición, pero no por eso más auténticas.

Por eso José no duerme, o sí, duerme y en ansias despierta, atraído hacia una realidad que no le hace olvidar el sueño, hasta el punto de que puede decirse que despierto sueña el sueño de cuando duerme y, dormido, al mismo tiempo que intenta desesperadamente huir de él, sabe que es para volver a encontrarlo, otra vez y siempre, este sueño es una presencia sentada en el umbral de la puerta que está entre el sueño y la vigilia, al salir y al entrar, tiene José que enfrentarse con ella.

Las evidencias de la obviedad cortan las alas al pájaro inquieto de la imaginación.

Siendo Dios, tienes que saberlo todo, Hasta cierto punto, sólo hasta cierto punto, Qué punto, El punto en que empieza a ser interesante hacer que ignoro.

lunes, 14 de junio de 2010

Del desayuno a los sultanes del swing

"Qué son los franceses? Antiguos cristianos y herejes modernos" (Mujer y sociedad, de Lidia Falcón)

Es difícil explicar cómo llega uno a una barrabasada como esta frase. En un desayuno rodeado de feminismo y lucha constante y ejemplar por la igualdad tácita y sin matices, alguien cita un libro que empiezas a hojear y te tropiezas con este atropello.

Hoy iba a haber amanecido en Valladolid, pero por eso de evitar madrugar y ajustar los sitios vitales, amanecí en Zamora con mucho sueño gracias al talento combinado de Rondo-Garnet-Allen-Pierce que juegan a esto del baloncesto como en un manual de sutilezas.

Desayuno de trabajo y rodeado de mujeres que hablaban de ellas mismas y del resto, quizá de tópico en tópico, pero el problema es que, por desgracia, aún no es un concurso de obviedades, porque esos tópicos feministas siguen, tristemente, vigentes. En el camino de la igualdad me imagino que un hombre joven haciendo la compra de la semana es un pequeño granito, pero quizá tampoco aporta algo, aunque sea como atrezzo del decorado del supermercado. Preparación de comida y cena del tirón, para que algún iluminado que anda por estos lares tenga tiempo y descanso para eliminar las agujetas que ocasiona el típico a que no hay cojones a... seguido del vamos a probar a subir por ahí a ver qué hay después...

Y siesta, por una vez y, si hace falta, que sirva de precedente. Para aguantar dos horas a la espera de los candidatos a presidir el Zamora Club de Fútbol; quién me lo iba a decir a mi hace menos de dos años; que me estaría riendo en las oficinas del Ruta de la Plata, con algunos compañeros agradables y otros que pensaban que estaban ante el acontecimiento informativo del año. Nada más lejos de la realidad. Nadie se ha presentado diciendo que iba a fichar a Figo, ni nada parecido. Habría sido gracioso, desde luego.

He salido del periódico a las 22.30, justo doce horas después de que hubiese empezado una jornada laboral atípica, otra más. He vuelto a casa masticando el aire húmedo, que anuncia más dudas sobre la lluvia, los chuvasqueros en este atípico paso de la primavera al verano. Entonces me he puesto el Sultans of swing de los Dire Straits y he empezado a pensar lo que va a ser escuchar esto en Gredos... y como dice un buen amigo, estaba a gusto y tenía ganas de contarlo. Espero que ahora también lo estés.

miércoles, 9 de junio de 2010

Principios tendentes a cero

"Antes era un hombre de principios, ahora soy un hombre de ceros" (Manuel Herrera)


Lo aprendí de Woody Allen hace muchos años, por suerte. Tragedia más tiempo igual a comedia. Por lo que he ido percibiendo, dependiendo de la tragedia es necesario más o menos tiempo. A veces, incluso, casi un año para llamarle a alguien enana y hacer un chiste sobre ello. Cosas que pasan. Lo bueno es que hay tragedias que casi en si mismas se convierten en chiste.

Pero esto no iba de eso y me estoy desviando, para variar, culpa de las horas y de la ausencia de palabras coherentes cuando escribo a última hora, después de que una letra, el habla y un punto cardinal, me hayan arrebatado ya antes las pocas que tenía.

Ayer vi un documental de los dos guionistas de How i meet your mother que explicaban cómo se habían inspirado en sus propias vivencias para plantear la serie. Hoy, escuchando las historias de los amigos que me rodean, me pasa algo similar. Me inspiran.

Desde que empecé a conocer a alguno de los que más que amigos terminarían siendo verdaderos escuderos ante la adversidad, siempre sentí fascinación por los cuentos en los que te hablan del honor medieval, de tiempos en los que principios como la lealtad y la generosidad tenían sentido y se podían reconocer en las actitudes de las personas a las que se respetaba.

Después lo he echado en falta en muchas ocasiones, incluso recientemente, quizá más por confusión que por deseo expreso, pero la omisión también es una acción, o su ausencia, pero para el caso es lo mismo. El tema es que es un lujo cuando uno percibe y le cuentan historias sobre mantener los principios a toda costa, incluso de repetir la loseada solo por el valor de saber qué era lo correcto, no lo legal, pero sí lo leal, que es más importante.

Que por mantener los principios te ganas un cero; pues una putada. Pero ahí queda eso, y quiero pensar que yo también lo habría hecho y también pensaría en repetirlo. Y mira tú por dónde, a lo mejor el destino te brinda la oportunidad de hacerlo otra vez. Aunque en futuras ocasiones, mira por el retrovisor primero.

viernes, 4 de junio de 2010

Las constantes

¿Cómo sé que no estoy alucinando? (House)

Aunque me desenganché de Perdidos suficientemente pronto como para no desilusionarme con el final, reconozco que hubo alguna idea en la serie que sí me gustó y me llamó la atención. Hay un momento, creo que en la cuarta temporada, en el que el científico le dice al "colega" que será su constante en caso de que la situación se volviese aún más loca y comenzaran los viajes desmedidos por el tiempo. Cuando vine a Zamora pensé que me vendría bien tener algún tipo de constante, algo a lo que recurrir y que le diese continuidad a lo que estaba haciendo y que permitiese al Isaac del futuro reconocerse en aquellos inicios del 2009.

Así que qué mejor que una serie. Los Soprano. Vi el primer capítulo viniendo en autobús el día que me instalé en la calle Valdivia y el último a finales de junio, en aquél mismo piso y ya con Miguel. Pero dio resultado, le dio entidad a un tiempo convulso. Así que después de pasar una temporadita en el hospital, repetí, esta vez con The Wire, casi hasta final de año, no Miguel?

Hoy he terminado, temporalmente, con otra constante, una a la que llegué tardé pero que me enganchó y no me ha soltado. House. No me extraña que haya quien quiera ser guionista cuando se pueden contar historias tan cojonudas. De verdad, para quien no la haya visto, mi más sincera recomendación que empiece desde la primera temporada y aguante algunos baches para llegar a los finales de la cuarta y, ahora, la sexta temporada. Porque eso no es una serie, es algo más, es la avanzadilla de la historia del cine. Aunque suene pretencioso. Hermano, esa será siempre nuestra constante. Una de tantas, por suerte.


Lo bonito es que hay constantes con las que uno se tropieza de pura casualidad y no dejan de sorprenderle.

Así que Y si amanece por fin y el sol incendia el capó de los coches,
baja las persianas y quizá bailemos, aunque sea con el pie vendado y sin vino. Ya nos hemos olvidado del reloj, eso que llevamos adelantado. ¿Por qué comerse un marrón cuando la vida se luce poniendo ante ti un caramelo? Gran pregunta y después una vez más la misma constatación, que la vida sigue siendo demasiado aburrida como para no intentarlo.