"No me he ido yo, me han echado" (epitafio en Que se mueran los feos)
Una vez conocí a una chica que tenía su propio viaje, más bien su propia aerolínea. Despegaba y aterrizaba desde la cama. Luego conocí a otra chica que tenía una manera similar de viajar, aunque a veces siento que me vuelvo a tropezar con la primera, porque la otra creo que ya no viaja, no en avión, eso seguro.
Pero esto no va de un viaje convertido en trabalenguas. Hoy me siento un poco más didáctico, es más creo que, sin llegar a ser capaz de contar una historia, quizá escriba algo comprensible.
Mi viaje más recurrido desde hace 18 meses (madre mía, eso es mucho tiempo, es como dos embarazos humanos y como... no se, pero serán como cincuenta embarazos de hamster) es el de Valladolid-Zamora y viceversa. Más bien es viceversa, porque siempre tengo la sensación de ir a Valladolid y de volver a Zamora. Ese es el punto clave del viaje, el momento en el que me bajo del bus otra vez aquí, cojo la maleta y recorro esos quince minutos andando hasta Alonso de Tejada 17.
Entonces siento un pelín de resignación, un poco de qué estoy haciendo, hacia dónde voy... siento algo de ese que estoy aquí porque me han echado, no porque me haya ido yo de ningún lado. Pero creo que empieza a ser mentira, que esto ya es más como esa típica frase de película en la que dices, no, no, es una situación temporal. Y cuando te quieres dar cuenta... pues ya ha pasado más de un año de casi todo. Y hasta da vértigo, porque el subconsciente es un poco más lento de la cuenta.
El caso es que ese punto final del viaje cada vez me gusta más. Y no sé si es bueno o malo, supongo que la respuesta la tendrá el Isaac del futuro a quien, por cierto, hoy me ha recordado mi hermano que tengo que escribir.
Por cierto, que tengo ganas de contarlo por aquí. Tengo un vecindario curioso, pese a lo pequeña que es esta calle, ya me ha dado bastantes... sorpresas. La última, el recién elegido presidente del Zamora Club de Fútbol vive a veinte metros de este portal y hoy he montado un desayuno de trabajo con él y con otros cuatro presidentes de clubes deportivos de la ciudad. Vamos, algo que si me dicen que iba a ocurrir al principio de este viaje, no me lo creo ni de coña. Gracias por acompañarme en este viaje y en otros tantos.
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Los viajes no son siempre apasionantes, no siempre emocionan ni sorprenden. Hay viajes que son procesos de adaptación, hay lugares extraños que comienzan a parecer un hogar, hay esos sitios que siempre parecieron cálidos y de pronto dejan de serlo. Hay personas que no saben si están, si vienen o van. Siempre buscando...
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